martes, 17 de febrero de 2009

Terapia génica contra el VIH, todavía más un deseo que una realidad

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MARÍA VALERIO
MADRID.- Imaginen un trasplante de médula ósea. Todas las células enfermas del paciente se eliminan mediante una agresiva quimioterapia y son reemplazadas después por células sanas (propias o de un donante), que al cabo de cierto tiempo se multiplican y vuelven a repoblar la médula con material 'limpio'. Ésa es la filosofía que algunos grupos de investigación tratan de aplicar también a la lucha contra el virus del sida (VIH); sin embargo, la realidad está resultando mucho más compleja que la teoría.

En el caso del sida, el sueño de los científicos sería 'diseñar' mediante terapia génica células hematopoyéticas capaces de impedir la infección del VIH. Es decir, modificar el ADN de estas células en el laboratorio para que cuando se inyecten de nuevo en la médula consigan repoblarla completamente de células 'inmunes' a la acción de este virus.

El último intento de este tipo se acaba de dar a conocer en las páginas de la revista 'Nature Medicine' y está liderado por Ronald Mitsuyasu, de la Universidad de California (en Los Angeles, EEUU). En total, 74 adultos infectados con el virus de la inmunodeficiencia humana han participado en este ensayo en fase II, el primero de terapia génica que ha llegado tan lejos hasta el momento.

"La terapia génica nos permitirá administrar el tratamiento una sola vez para que los pacientes controlen el VIH internamente sin necesidad de tomar fármacos continuamente", sintetiza Mitsuyasu en declaraciones a elmundo.es. Aunque reconoce al mismo tiempo: "Nuestro estudio está lejos todavía de ser perfecto y de ser tan eficaz en el control del virus como lo son los tratamientos actuales; pero es una prueba de concepto de que podemos insertar un gen anti VIH en su torrente sanguíneo con seguridad".

Sin reducción de la carga viral
Como explica a elmundo.es José Alcamí, coordinador de la Red Española de Investigación de Sida y director del Laboratorio de Inmunopatología del Sida del Instituto Carlos III de Madrid, el trabajo es la demostración de que la terapia génica es técnicamente posible, que resulta segura y carente de riesgos para los participantes, pero ni mucho menos que es tan eficaz como desearía la comunidad científica. "Estamos ante la crónica de un fracaso", sintetiza con pesimismo.

Los participantes, procedentes de centros australianos o de EEUU y que habían recibido al menos uno o dos regímenes antirretrovirales previamente, fueron divididos en dos grupos. La mitad de ellos recibió una sustancia inactiva (placebo); el resto, una infusión de sus propias células sanguíneas, tratadas previamente en el laboratorio para expresar un vector retroviral (OZ1). Es decir, una molécula que impide que el VIH se replique y multiplique una vez que ha infectado la célula humana.

Para decepción de sus autores, la terapia no logró reducir de una manera estadísticamente significativa la carga viral (la presencia del VIH en la sangre) al cabo de 48 semanas. Aunque, a cambio, transcurridas 100 semanas, la inyección de células madre hematopoyéticas sí permitió reducir la replicación del virus dentro de las células y que el recuento de linfocitos CD4 (las células defensivas encargadas de eliminar el VIH) fuera superior al grupo control.

Cuestiones por resolver
"El efecto fue pequeño, pero real", se felicita el investigador estadounidense. En el futuro, reconoce, habrá que perfeccionar la técnica: "Mejorando los métodos de inserción de los genes en las células, atacando probablemente más de un gen del VIH al mismo tiempo y con mejores fórmulas para que las células modificadas 'agarren' en la médula ósea y duren más tiempo en el organismo del paciente, probablemente algún día podremos controlar la infección con este tipo de terapias".

A juicio de uno de los investigadores más implicados en este campo, Carl June, de la Universidad de Pennsylvania (EEUU), "este terreno está haciendo progresos, pero la transferencia de genes ha sido muy lenta debido a las importantes restricciones regulatorias y a la falta de atención que le han prestado hasta ahora las agencias reguladoras y las compañías farmacéuticas". Pese a ello, subraya en declaraciones a elmundo.es que "más de 200 pacientes han sido tratados hasta la fecha en distintos ensayos clínicos sin complicaciones graves".

"Teniendo en cuenta que los fármacos hoy en día son suficientemente eficaces y bien tolerados, un tratamiento génico diseñado para reemplazarlos tiene que ser muy bueno y mostrar resultados espectaculares en el control del virus que nos permitan prescindir de la terapia antirretroviral durante largos periodos de tiempo", explica por su parte Alcamí.

Algo en lo que coincide la inmunóloga Teresa Gallart, del Grupo de Investigación sobre el SIDA del Hospital Clínic-IDIBAPS de Barcelona. "Hay que tener en cuenta que el tratamiento antirretroviral hay que tomarlo de por vida; así que cualquier cosa nueva que diseñemos para sustituirlo debe tener en cuenta que el balance coste-eficacia sea favorable".

Es decir, no se trata ya sólo de que las conclusiones sean estadísticamente significativas sobre el papel; sino también clínicamente útiles. A su juicio, Mitsuyasu ha demostrado que es posible introducir el vector viral en el organismo, lograr que las células se multipliquen y sigan generando nuevas células con esta barrera 'antiVIH', y todo ello sin riesgos para el paciente. Pero queda mucho por hacer. Entre otras cosas, lograr que el nuevo injerto 'agarre' en el torrente sanguíneo hasta lograr que los CD4 inmunes al VIH sean más numerosos que la población de linfocitos naturales del paciente.

"Éste es un campo nuevo y estamos aprendiendo las variables importantes que habrá que perfeccionar antes de que el tratamiento pueda ser efectivo ampliamente", coincide Mitsuyasu, "pero nuestro trabajo es un importante paso adelante". Aunque el suyo no es el único abordaje.

Esta misma semana, hematólogos alemanes han certificado en las páginas de la revista 'The New England Journal of Medicine' un sorprendente caso que salió a la luz el pasado mes de noviembre. Un paciente seropositivo con leucemia recibió un trasplante de médula ósea de un donante cuyas células eran naturalmente inmunes al VIH debido a una especial característica genética que sólo tiene entre un 1% y un 3% de la población: carece del gen CCR5, necesario para que el virus entre en la célula.

Los investigadores eliminaron mediante quimioterapia las células enfermas del paciente y las reemplazaron completamente por las de su donante, resistentes al VIH por naturaleza. Con su nuevo sistema inmune, el paciente lleva dos años libre del virus; y aunque el experimento no se puede reproducir exactamente en un ensayo clínico, varios grupos intentan crear en el laboratorio estas mismas células hematopoyéticas CCR5-deficientes. Es decir, lograr introducir artificialmente esta mutación que impide al VIH infectar las células y que la naturaleza ha demostrado factible en el caso alemán.

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